sábado, 31 de agosto de 2013

PLATA O PLOMO

Las giras temáticas están de moda: puedes contratar un paseo por la Lima de Mario Vargas Llosa, recorrer Sudáfrica siguiendo la biografía de Nelson Mandela o visitar Nueva York pisando las huellas de las chicas de la inolvidable Sex and the City. Por tanto, al llegar a Medellín, estaba seguro de que iba a encontrar algo similar con el célebre escritor paisa Fernando Vallejo, autor entre otros de la novela La virgen de los sicarios y guionista de la película homónima dirigida por Barbet Schroeder (2000).

En plena búsqueda descubro con gran pena que no hay ningún tour Vallejo pero sí un circuito Pablo Escobar. La palabra sicarios en el título de la película de Schroeder me lleva al enlace de marras. Llamo al teléfono que indican y un simpático muchacho me da las indicaciones necesarias: tengo que ir a un hostal del barrio El Poblado, pagar por adelantado para conocer en detalle al patrón del mal y sin garantía de que vaya a haber cupo el día deseado. Esto me suena muy mafioso – pienso y reniego por lo bajo – pero, caballero, pago y confío en mi buena suerte. Y otra cosa: la gira se ofrece exclusivamente en idioma inglés, o sea que voy a pagar para que un colombianito (o ita) me cuente en inglés la historia del zar de la coca. El día siguiente recibo la llamada reconfortante del dueño del hostal: mi asiento está asegurado. ¡Maravilla!

Por prudencia llego al punto de encuentro casi una hora antes de la salida. De hecho soy la oveja negra del grupo, lingüísticamente hablando – porque no hay ningún hispano y en cambio sí un muchacho mulato del norte de Inglaterra. Aparte de mí, casi todos son anglófonos de tres continentes, dos holandeses y una chica austriaca. El muchacho del teléfono conduce la camioneta VW que ya ha conocido bastantes generaciones de sentaderas mientras una encantadora paisa se sienta con la cara hacia nosotros y un práctico microfonito en la mano. Comienza la aventura que durante tres horas y media nos mantendrá cautivos como en una película del mejor suspenso.

Primera estación: el edificio Mónaco, de propiedad del Patrón, y blanco de un coche bomba que destrozó toda la fachada. Se me vienen a la mente recuerdos de Tarata. El edificio Ovni, la gruta de la Rosa Mística... y cómo no pensar en la peregrinación de Alexis y Fernando a la iglesia de María Auxiliadora en Sabaneta. Después del Poblado, nos dirigimos hacia el centro para luego atravesar Barrio Triste y seguir a Carlos E. Restrepo.

¿Qué quieres ser de grande? ¿Acaso bombero? ¿Astronauta? ¿Piloto? ¡Qué va! La respuesta salió disparada de la boca del mocoso Pablo Emilio Escobar Gaviria: ¡Millonario! En la secundaria, sentó las bases de su fortuna canjeando a sus compañeros las respuestas de los exámenes por dinero contante y sonante. Claro que al director no le hizo mucha gracia ese intercambio mercantil y el adolescente estuvo a punto de ser expulsado del colegio en más de una oportunidad.

Prosiguió la carrera por los espinosos caminos del contrabando de cigarrillos y todo aquello que pudiera rendirle jugosas ganancias – mientras más peligrosos los negocios, más copiosas las utilidades. La maestría y el doctorado honoris causa los obtuvo en lo que sería su cohete al estrellato y al mismo tiempo su piedra de molino: el tráfico de drogas. Finalizando la veintena, ya es multimillonario, coquetea con una carrera en la política y se siente con poder para poner en jaque a todo su país. El método es sencillo: plata o plomo. Aceptas lo que te pago o te caen balas a ti y tu familia.

Punto central de nuestro recorrido es una casa con el mágico número 45-96 donde, un día después de cumplir 44 años, se cerró el cerco alrededor del prófugo de la justicia y enemigo número uno del estado colombiano y de la DEA estadounidense. Escobar fue abaleado al tratar de abandonar su escondite en la ciudad que él creía era el sitio más seguro de la tierra. Quedaron desamparados sus familiares y sus queridos hipopótamos de la hacienda Nápoles.

Al final del recorrido, saliendo por la carretera hacia el sur, llegamos al Camposanto Montesacro donde está la tumba de Escobar. Nos dice la guía que es la tumba más visitada del continente – junto con la de Eva Perón en Buenos Aires. Y a menos de veinte metros del Patrón, se encuentra la modesta lápida de Griselda Blanco, la reina de la coca, que muchos consideran madrina de Pablo. Después de cumplir dos décadas de condena, Griselda regresa sexagenaria a Medellín donde vive una vida de perfil notoriamente bajo...hasta que saliendo de una carnicería es abatida por tres balazos en la cabeza desde una motocicleta. Méthode traditionnelle!

Fin del recorrido. En ese momento no sabía que aquella misma noche estaría sentado tomando cerveza con el mismísimo Fernando Vallejo en el café fundado por su hermano en Los Laureles, dónde más.