Domingo, tres de la tarde.
Como todas las semanas, Melina va a visitar a su sobrino Rafael.
- Esta tarde voy ver mi hembrita, saluda a su tía con un abrazo el treintañero orgulloso.
- No sabía que tenías enamorada, Rafa, lo mira con coquetería Melina, ¿desde cuándo, ah?
Brillan los ojos orientales del muchacho con síndrome de Down.
- Hace tiempo, le contesta con anticipación y ternura en su mirada de Gengis Kan. ¿Qué pasa con abuelo Humberto, Melina, lo has visto? Viene todos los domingos esta hora, se asoma a la ventana y mira a la derecha y a la izquierda con impaciencia Rafael.
- Ya debe de estar por llegar, no te preocupes, quedamos en vernos aquí. ¿Por qué tanto apuro, enano?
- Pasa que cuando viene abuelo, siempre me deja propina y necesito urgente para ver Charito, se explica y atolondra Rafael.
- No te entiendo, Rafa, ¿quieres comprarle un regalo a tu enamorada? Si necesitas te puedo prestar plata hasta que llegue el viejo.
- No, Melina, yo llevo propina Charito y Charito juega conmigo, le guiña un ojo a su tía Rafael.
- ¡¿Qué cosa?! se hace la escandalizada Melina pero lucha por refrenar un ataque de risa.
- Sí, tía, mi hembrita y yo jugamos todos los domingos. Abuelo Humberto viene con propina y yo voy corriendo donde Charito.
- ¿Y eso desde cuando, picarón?
- ¡Uff, hace tiempo!
- Y la familia de Charito?
En ese momento chillan los frenos del coche de Humberto y el ochentón se dirige barriga en mano a saludar a su nieto. Pasan a la casa, conversan un rato, pero Humberto es un hombre de pocas palabras y a los diez minutos ya está regresando hacia su carro, no sin antes deslizar como siempre un billetito en el bolsillo de la camisa de Rafael, que abraza con más efusividad todavía a su abuelo y desaparece en la primera esquina a la derecha.
Intrigada, Melina busca a Rosalía, la parienta que aloja y cuida a Rafael hace ya varios años.
- Oye, Rosalía, ¿tú sabías eso de Rafa y Charito?
- Por supuesto, es una chica bien simpática de acá del barrio. La conozco desde que era una bebe de pecho.
- Pero, a ver, cómo es eso, ¿un buen día se ponen a „jugar“ a cambio de la propina de mi papá?
- Charito es de la misma edad de Rafael. Jugaban desde que eran criaturas. Cuando Rafa me dio a entender que le gustaría pasar a mayores, lo consulté con Charito. Ella le tiene mucho cariño a Rafa y la propina también le servía a ella y a su familia. Listo. ¿No sabías que los chicos Down pueden tener una vida sexual normal? Claro que solo si sus familias les dan ciertas facilidades... cómo te explico.
- No tienes que explicarme nada, se despidió Melina risueñamente pensativa con lo que acababa de aprender.