Él nació en el mes de agosto en el seno de una familia afroamericana clasemediera del Centro-Oeste. Al morir, tenía 50 años y una carrera artística sin parangón en el mundo de la música que le valió el título de rey del pop. En su cuerpo inerte, los forenses encontraron un coctel letal de medicamentos potenciado por media vida de cirugías y terapias que transformaron al encantador adolescente moreno en un esperpento incoloro desnarigado.
Su vida personal estuvo marcada por una transición abrupta de la más tierna infancia a la adultez de la mano de un padre rígido lleno de ambiciones proyectadas en sus numerosos hijos. Y por el intento desesperado de recuperar aquella infancia perdida, inquietud que desembocó en la fascinación que sentía por los niños y tenía mucho más de curiosidad pueril que de deseo erótico.
Como tantos que crecimos al ritmo de su música, mi vida está hilvanada de sus inconfundibles bailes y canciones: cómo olvidarlo en One day in your life, con su melena afro-look en nuestra TV en blanco y negro. Su celebérrimo video clip de Thriller hizo que apodáramos así a un compañero de clase. Durante la visita de una prima californiana, aproveché para que la niña me explicara el significado de la canción de moda Beat it que a mí francamente no me decía nada.
Lo recuerdo, ya visiblemente blanqueado por el vitiligo y cuantiosas otras terapias cutáneas, contorneándose con una famosa modelo morena encima de una noria y con la hija del rey Elvis durante el entreacto de quince meses que fue su matrimonio. Memorable también el célebre vídeo de Earth song que dramatiza la destrucción de la floresta amazónica, la crueldad de la guerra en Ex-Yugoslavia y la matanza de elefantes en África. O el colorido They don't care about us con la rítmica percusión del grupo bahiano Olodum y su doble telón de fondo que intercala las favelas de Rio de Janeiro con el casco viejo de Salvador.
De ser uno de los hermanos menores de la banda familiar Jackson Five, Michael se convirtió en la megaestrella del pop de tres décadas. Hasta que las noticias de su frágil salud y escandalosos juicios por abuso de menores superaron a las proezas musicales y sus coreografías más que perfectas.
En 2009 planeaba su gran regreso a los escenarios con una serie de conciertos en Londres. This is it – Ya fue – era el lema correspondiente. Muy profético, por cierto. Tanto que la muerte llegó más rápido que la limusina al Royal Albert Hall.
¡Que encuentres tu infancia perdida en el Neverland donde navegas con tu inconfundible caminata lunar, Jacko!
Ella también nació en el mes de agosto, pero cinco años más tarde que Michael, en el seno de una familia afroamericana clasemediera de Nueva Jersey. Al morir, tenía 48 años y una carrera de vértigo basada en su portentosa voz de tres octavas que le valió el título de reina del pop. En su cuerpo inerte, los forenses encontraron un coctel letal de fármacos que, potenciado por dos décadas de abuso de drogas, su corazón no resistió.
Whitney comenzó cantando en el coro de la iglesia bautista a la que asistía su familia. Siempre atenta al dictamen de Cissy Houston, su madre y talentosa cantante, se tomó a pecho el consejo que ella le dio: cuando cantes, no trates de hacerlo bien ni mal, sino con corazón, con sentimiento. Y vaya si despertaba sentimientos esa voz angelical interpretando himnos góspel, primero, y más adelante temas inolvidables como Saving all my love, I wanna dance with somebody, The greatest love of all, One moment in time.
En la cúspide de su carrera, con 29 años, superó sus dudas iniciales y aceptó el reto de ser pareja de Kevin Costner en Bodyguard. Costner estaba tan convencido de que Whitney sería su compañera perfecta que incluso postergó un año el proyecto para no interferir con la gira de conciertos que la diva tenía que cumplir por contrato.
La crítica aniquiló la película y el perfil histriónico de Whitney, pero la historia de amor entre la estrella caprichosa Rachel Marron y su audaz guardaespaldas Frank Farmer cautivó a millones de cinemeros en todos los continentes. La banda sonora es hasta el día de hoy uno de los álbumes más exitosos de la historia.
Ese mismo año se casó con el rappero Bobby Brown, padre de su única hija y probable patrocinador de su carrera en el mundo de las drogas. El comienzo del fin. Nunca más recuperaría la calidad de voz de 1992. Calidad que una de las pocas artistas comercialmente más exitosas que Whitney, la camaleónica Madonna, comentó después de pasar cerca de la cabina donde la primera calentaba su instrumento de batalla: mi sueño es cantar como ella.
En 2009, a propósito de la muerte de Jacko, Whitney dijo en una entrevista que la noticia fue como mirarse en el espejo, que ya no quería saber nada de drogas. Pero la adicción fue más fuerte.
Dos años y medio después, mientras se preparaba para una gira de conciertos, la Voz de Nueva Jersey se reunió con el Peter Pan de Indiana en Neverland.
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