miércoles, 11 de julio de 2012

SE BUSCA: MI MADRE


Cuando llegué a Estonia en busca del pueblo natal de mi madre, nunca imaginé que diez días más tarde abandonaría esa pequeña república báltica con más interrogantes que los que tenía a mi llegada al puerto de Tallin.

Pude gozar conscientemente la compañía evasiva de esa buena señora muy poco tiempo. Su paso por la tierra fue bastante breve pero movido: mis abuelos huyeron con ella de la invasión soviética hacia Alemania. Después de 1945, decidieron seguir viaje y cruzar el Atlántico, el canal de Panamá para instalarse al otro lado del mundo en el Perú, que es donde finalmente conoció a mi padre.

Yo estaba todavía en la primaria cuando ella murió de una misteriosa enfermedad sin haber completado siquiera ocho lustros. Me dejó recuerdos vagos en sepia y su documento de identidad emitido en Alemania con la indicación del lugar y fecha de su estonio nacimiento. Con los años, su recuerdo se ha ido difuminando.

Pasaron varias décadas y, al poco tiempo de haberme instalado en la Alemania reunificada, se desplomó la Unión Soviética. El país natal de mi madre era de repente una república independiente y se convertía así en una opción visitable. Entre los retos de mi nueva profesión y la flamante vida de pareja, vacilé tanto en dar el paso que recién con el cambio de milenio me arriesgué a comprar los pasajes para un crucero que nos llevaría a mi esposa y a mí desde Rostock hasta Tallin.

Después de unos días en la capital estonia, con las visitas de ley, alquilamos un carro para viajar a Kibuna, el pueblo donde según su documento había nacido mi madre. Para nuestra sorpresa, en el registro civil del concejo municipal no aparecía su nombre en los libros del año correspondiente. Consultamos en las mismas entidades de los pueblos vecinos pero tanto en Munalaskme, Kaasiku, Laitse, Vasalemma como en Veskiküla la respuesta fue siempre negativa. ¿Qué pasa entonces? ¿Acaso nací del aire? ¿De dónde salió mi madre?

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