jueves, 11 de febrero de 2010

GOZOS Y SOMBRAS DE UN ESCRIBIDOR PRIMERIZO (PARTE 1)

Todos los intentos de evitarlo fueron en vano: Un martes de noviembre del año 2006 amanecí con cuarenta vueltas completas al almanaque gregoriano, juliano, chino, hebraico, mahometano y todos los otros. Procesando el consiguiente trauma, surgió un manuscrito que envié altivo y orgulloso a agencias y editoriales de diversos países a ambos lados del Atlántico. Cabizbajo y algo más humilde después de cincuenta y tres respuestas negativas, una subversiva editorial de oscuras raíces andaluzas, rockera y contestataria, personificada en su pintoresco director novo-andino de luengos cabellos entrecanos, porte distinguido y un hígado a prueba de alcoholes de alta graduación, me dijo finalmente sí.

Como no vivo en Lima, donde será la presentación del libro, sino a dieciséis horas de vuelo, en la milimétricamente previsora Alemania, quedamos en que llegaré con unos diez días de anticipación para ultimar detalles en lo que respecta al lanzamiento y las correspondientes actividades de difusión mediática. Según lo acordado, los libros estarán listos a más tardar el día de mi llegada. ¡Viva la inocencia!

Una tarde neblinosa de setiembre, aterrizo a bordo de una nave holandesa en la pista 15-33 del aeropuerto Jorge Chávez. Al día siguiente, voy a la casa del encantador pelucón para cerciorarme germanamente del seguimiento de nuestro plan.

- ¡Hola, Carlos, pasa, por favor! ¿Qué tal el viaje?

- Bien, Johnny, gracias. ¿Y? ¿Todo bien con los libros? ¿Tienes alguno a la mano?

- ¡Uy, Carlos, no sabes! Hemos tenido un problemita con el código de barras.

- ¿Cómo que "un problemita"?

- Se me terminó el lote anterior y tuve que solicitar otro. Normalmente es un trámite de media hora. Lo malo es que justo la persona encargada salió de vacaciones y de momento nadie la está reemplazando. Si todo va bien, tendremos los libros dentro de una semana. Con seguridad para el día de la presentación.

- ¡No puede ser, Johnny! Necesitamos los libros YA. ¿O cómo crees que vamos a hacer el trabajo de prensa sin material? ¿Tienes agua de azahar, valeriana o un válium a la mano, por favor?

- ¿Te puedo ofrecer un juguito?

- Bueno.

- ¡Sarita! Tráenos una jarra de jugo, ¿ya?

- Acá tiene, señor.

- ¡Oye, Johnny, este jugo es pisco sour!

- Un juguito, pues, Carlos, para que te relajes un poco. Estás muy alemán.

- ¡¿Y cómo quieres que esté?! ¿Te das cuenta de lo que significa esto? No vamos a poder hacer trabajo de prensa. ¡Ningún medio nos va a dar bola sin el libro!

- No te preocupes, mandamos las invitaciones con un resumen. Ya lo hemos hecho con otros autores.

- ¿Desconocidos también?

- ¡Claro!

- ¿Y qué tal fue la respuesta?

- Al comienzo siempre es difícil, compadre.

- ¡Pucha mare! Necesito otro vaso de tu juguito.

- Sírvete nomás.

- Bueno, Johnny, estamos en contacto. Avísame apenas puedas cuando tengas los libros, ¿ya?

- Por supuesto.

- ¡Chau!

No quiero ni pensar en lo que pasará si llega el jueves de la presentación y todavía no están listos los libros. Por lo pronto, tengo que ocuparme también del local elegido para la presentación oficial. La sala pertenece a una institución que presume de estar íntimamente ligada al pontífice católico romano. Pero lo único que me parece verdaderamente pontificio, y sobre todo romano, son los precios del alquiler del local. En fin, no todos los días presentas tu primer libro, así que me digo, sigue para adelante.

Ya teníamos pensado con Johnny dónde íbamos a organizar los bocaditos y bebidas para la presentación, cuando unos entrañables amigos me sugirien que verifique lo que ellos sospechan: que es obligatorio contratar los servicios del cátering instalado en dicho centro cultural. Me viene a la mente un dicho que recuerdo habérselo oído mucho a mi madre: tras de cuernos, palos. Además del carísimo y pontificio alquiler, tendré que solventar sumas londinenses, neoyorquinas o hongkonguesas por las cuatro botellitas de vino y diez bocaditos que se servirán en lo que el rococó Raphael llamaría mi gran noche. ¡Caballero, no más!

Se va acercando el gran día y Johnny todavía no me ha llamado para avisar que los libros están listos. Me lleno de angustia. Una presentación de libro sin libro. ¡Qué maravilla! Nunca me había sentido tan alemán o tan poco peruano como ahora mismo.

Continuará

2 comentarios:

  1. Venga la segunda parte, compañero Carlos, donde se narra las aventuras pintorescas de un cazador de sueños, pukapicantes y demás

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  2. querido anónimo:

    estas aventuras dan para diez capítulos ;)) tenga ud. paciencia e irán apareciendo.

    gracias
    sb

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