lunes, 7 de febrero de 2011

LO QUE LA TÍA JULIA DIJO

A raíz de los sucesos de octubre y diciembre pasados con el anuncio y la premiación del Nóbel de Literatura 2010, respectivamente, me pregunté qué estaría pasando por la cabeza de la señora Julia Urquidi Illanes. ¿Habrá celebrado tal vez el galardón obtenido por el que fue su segundo marido? ¿A lo mejor se habrá sentido premiada ella también, modestamente, como inagotable instigadora del joven Varguitas en los primeros y decisivos años de su carrera? Lo reconoce el mismo Mario Vargas Llosa en El pez en el agua: Julia me ayudaba en mi trabajo y alentaba mi vocación literaria.

No me la puedo imaginar indiferente, pues según cuenta la misma Julia en su primer y único libro, el sobrino político de su hermana Olga es el hombre con el que vivió los momentos más felices y los días más amargos de su vida. Si le llevaba como diez años a Varguitas, ya debería de estar bien entrada en la ochentena. ¿Vivirá todavía?

No, la tía Julia ya no vive aquí: el jueves 7 de octubre de 2010, cuando se dio a conocer el Nóbel de Mario, llevaba siete meses en otro plano de existencia. De este detalle me enteré más adelante y traté entonces de conseguir el „antilibro“ que escribió Urquidi. Recuerdo claramente, como colegial de quinto de secundaria que era en 1983, el revuelo causado en el ambientillo literario peruano por la publicación de Lo que Varguitas no dijo, sobre todo en su dimensión chismográfica, que era lo más interesante en ese momento.

Encontré una edición boliviana bastante reciente y lamenté muchísimo su falta de prolijidad en materia de edición y corrección. Párrafos mal formateados, horrores de ortografía que no se merecía de ningún modo la primera esposa de Varguitas. Con bastante humildad, comienza el libro con un mensaje al lector en el que delimita que no pretende escribir una gran obra de la literatura universal sino simplemente presentar SU versión de los hechos.

Mientras Mario pone el énfasis, tanto en La tía Julia como en El pez, en las aventuras de su relación clandestina hasta el matrimonio realizado en un pueblo de Chincha, Julia se centra más bien en la evolución de su relación de pareja en los nueve años que duró ésta, las crisis de celos de que era presa el joven Varguitas al inicio y las que la alocaban a ella misma hacia el final, cuando se hizo evidente el mutuo interés de Mario por esa primita de nariz respingada que vivía con ellos en París.

Cuando en 1977, trece años después de la separación, recibió el paquetito que le enviaba Mario con su flamante novela dedicada a ella, Julita casi se cae de la silla. Reconoce muy dignamente las cualidades literarias del libro, dejando bien en claro que no está encantada con que se ventilen sus intimidades de esa forma. La famosa gota que colma el vaso llega con la telenovela basada en el libro de Mario. Ahí nace también la idea de escribir Lo que Varguitas no dijo.

Siete años después de su publicación, en una entrevista de 1990 al diario El País, Julia dice indignada que en esa telenovela aparecía como una vampiresa divorciada que iba a seducir a un jovencito. Ese mismo 1990 se estrena también la película "Tune in tomorrow", escrita por William Boyd basándose en la novela de Vargas Llosa. Boyd traslada el romance del joven Martin (un jovencísimo Keanu Reeves) y su Aunt Julia (Barbara Hershey, deliciosa) a una pegajosa Nueva Orleans de los años 50. ¿La habrá visto la tía Julia verídica? Tal vez hasta se haya sentido halagada por la glamorosa interpretación suya de la Hershey. A diferencia de la novela, en esta versión el escribidor Pedro "Carmichael", encarnado por el genial Peter Falk (Inspector Columbo), al enterarse del amorío entre Martin y Julia comienza a incorporarlo en uno de sus radioteatros, causando la ira de los alter-ego reales. Otra curiosidad de la película es que el papel de los argentinos, como nacionalidad odiada por Carmichael, es trasladado a la exótica Albania, suficientemente remota como para no temer represalias, menos aun en 1990.

Pero volviendo a aquella entrevista a la tía Julia de 1990, encontré allí unas palabras proféticas que esta vez casi me tumban a mí de la silla:

"Me gustaría mucho más verlo recibir el Premio Nóbel que la banda presidencial."

Eran los días de la campaña electoral perdida por Vargas Llosa. Curiosamente, por aquella época, no solo Julia vivía y trabajaba en La Paz, sino también Raúl Salmón, el multifacético boliviano que inspiró a Mario la figura del escribidor, pero que nunca quiso admitirlo.

Veinte años después, se cumple el deseo de Julita y Mario recibe el Nóbel. Veinte años después, el ganador de aquellas elecciones de 1990 está preso hasta que la muerte o su hija Keiko lo liberen.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario