CARLOS
HAYES
Un
ángel de enredadas raíces celtas y vascongadas le mostró el camino
y le abrió las puertas del Nuevo Colegio a Carlos. Él, que siempre
había sido reacio a ejercer la docencia frente a un público
(pre)adolescente, escucha las condiciones de trabajo y hay un
argumento que finalmente se lleva por tierra su resistencia:
dieciséis (¡16!) semanas de vacaciones pagadas al año. Para un
vago como él, la tentación es irresistible. Ya se las arreglará
para trasmitir el indicativo y el subjuntivo a las nuevas
generaciones de estudiantes prepúberes y púberes. Todo es nuevo: el
edificio, los muebles, la constelación de colegas, los alumnos que
vienen de otros colegios, los conflictos que irán surgiendo...
DESAPARECIDOS
Durante
la semana previa al inicio de clases, hay un programa de introducción
en el que todo el personal docente está obligado a participar. El
primer día, como suele ser en equipos recién formados, comienza con
una rueda de presentación en la que destaca la diversidad de
orígenes, lenguas y experiencia de los colegas. Para sorpresa de más
de uno, a partir del tercer día empieza a desaparecer alguno que
otro flamante colaborador del Nuevo Colegio: una aguerrida profesora
de la Isla Grande que probablemente chocó con su correspondiente
coordinadora – las malas lenguas dicen que tiene trastornos
psíquicos, un simpático y tímido maestro de otra isla más
pequeña del que nunca supimos las razones que lo llevaron a rendirse
antes de haber luchado la primera batalla.
FIONA
(a) MISS ANEMIA
Desde
las primeras palabras que pronunció al presentarse, todos supimos
que detrás de la fachada seria y estricta de la espigada maestra de
lenguas clásicas se escondía una mujer inteligente, aguda y con un
sentido del humor fino y sutil. Por su palidez nórdica, algún
gracioso la empezó a llamar Miss Anemia. Sus pupilos no conocen el
aspecto lúdico de Fiona: en clase es muy estricta y se hace lo que
la miss
dice, punto final, amén. ¡Ay del que olvida en casa sus útiles,
libros u otro material de estudio! Una amonestación de Miss Anemia y
los muchachos marchan cual soldaditos. Hasta las mascotas obedecen a
Fiona: sus alumnos me contaron el otro día que la miss
es medio loca y le enseñó a su gato cómo hacer sus necesidades en
el váter de la casa – igual que sus amos.
ISLAS EN PIE DE GUERRA
Comienzan
las clases y con ellas la estrecha relación con una de las especies
más peligrosa en el ámbito escolar: los padres de familia. Al
tercer día, un padre se queja porque un fogoso maestro oriundo de
una isla mediterránea le ha hablado en mala forma a su retoño. El
director, un islandés con mucho recorrido, tres doctorados y vasta
experiencia, se cita con el inculpado para aclarar el asunto. Según
Giovanni, el ceñudo director le dedicaba más atención al perrito
de la secretaria que al tema que venían a tratar, lo cual le da
tanta rabia que termina la entrevista y se retira. Veinte minutos más
tarde, retoman la conversación, pero en tan malos términos que el
siciliano se despide de su breve carrera en el Nuevo Colegio llamando
al director un jodido islandés hideputa. Tratan de resolver el
conflicto con diversos mediadores esa misma noche, pero Giovanni no
da marcha atrás y prefiere quedarse en la calle que volver a ver a
quien tanto ha piropeado. El islandés, atónito con el insólito
arrebato de xenofobia meridional, tendrá que conseguir un sustituto
en cuestión de horas.
LA
SEÑORA YVONNE
Con
su piel canela y forma de ser tan cool, la señora Yvonne es
la profesora más popular del Nuevo Colegio...y junto con Miss Anemia
una de las más estrictas y exigentes también. Está harta de que le
digan a ti te encanta el calor, tú que eres caribeña. ¡No,
señores, no! Mis padres son caribeños, responde Yvonne, pero yo
nací en el centro de la meseta castellana y soy tan ibérica como el
pata negra. Pero eso sí, nadie ha recorrido tanto mundo como ella,
viviendo en diversas islas del Caribe, el verde cocodrilo de sus
ancestros, por supuesto, pero también como profesora de español en
los departamentos ultramarinos de la Martinica y Guadalupe, visitando
a su hermano casado en Italia o simplemente recorriendo Asia por el
puro placer de ver el mundo. Por las tardes, más de una vez hemos
coincidido en el cercanías de regreso a casa. Para ella son tan solo
quince minutos, la mitad que para mí, pero igual los aprovechamos
para ponernos al día en el acontecer escolar... y con esa fauna
tenemos siempre mucho que contar.
RISITAS
DE ORO
Lo
primero que llama la atención de Risitas de Oro es – ¡oh
sorpresa! – su sonrisa enmarcada por un paréntesis de pelo rubio y
el azul de su mirada. Viene de trabajar varios años en el extranjero
con la actitud y apertura típica de un expat. Tiene algo de
Peter Pan, un eterno adolescente, un colibrí que va brincando de
flor en flor. Apenas ha estado un momento contigo y ya está de nuevo
por otro lado, con otro proyecto en las manos, siempre corriendo,
siempre sonriendo. Es un agua casi gaseosa, que pasa a tu lado sin
llegar a mojarte. Siempre comprensivo, siempre con ganas de echarte
una mano, pero siempre demasiado apurado para hacerlo. Lo llevé a
una chinganita mexicana y Risitas de Oro feliz con el ambiente poco
ortodoxo – el local en cuestión es proveedor oficial de numerosos
comercios de amor del barrio – pidiéndose los platillos que ya
conocía de sus diversos viajes por las Américas.
MÍSTER
MUCHALETRA
Es
un pedazo de tío: un metro noventa y tantos de estatura, mucha
presencia con su vozarrón audible en varias yardas a la redonda,
currículum internacional que abarca estaciones prolongadas en
penínsulas europeas, islas nórdicas, egeas e índicas. Con la
madurez volvió a la carrera pedagógica que había abandonado para
recorrer mundo. Su cabeza es un hervidero de inteligencia – el
míster es un genio matemático y al mismo tiempo se traga un
idioma tras otro como si estuviera jugando. Pero tanto cociente
intelectual también tiene su lado complicado. Es un peligro darle la
palabra por que Mr Muchaletra después no la suelta. ¡Y las vueltas
que da antes de llegar al punto! Apenas se abrieron las
comunicaciones vía intranet, comenzó a producir emilios a raudales,
a veces tan largos que pocos lectores llegaban hasta el final de los
mismos. En alguna ocasión se le fue la mano, mejor dicho la lengua,
y tuvo que asumir las consecuencias. Desde entonces ha optado por un
perfil más bajo. ¡Adelante, Míster, no hace falta que te metas al
caracol, basta que dejes hablar al resto de vez en cuando!
JIMMY
Soy
el más joven miembro del staff, el único cuadrúpedo y sin embargo
ocupo la importante función de psicoterapeuta del Nuevo Colegio.
Tengo ojos negros, el pelo rizado color antracita y hago alarde de
una paciencia infinita con todas las personas que me visitan, siempre
meneando la cola amablemente. Una vez fui testigo de un altercado
entre el director y un siciliano fogoso, llegando el último incluso
a culparme por el desenlace de la entrevista al acaparar yo, involuntariamente, la atención del ceñudo islandés. A veces me
vienen a ver profesores, alumnos y me traen cositas ricas para
hacerse mis amigos, como si yo fuera sobornable. Pero la verdad es
que lo soy. Uno de los bípedos que me buscan siempre, empezó con
unos bocaditos especiales para canes finos y desde que lo veo por la
puerta de vidrio espero a ver qué me trae esta vez. Si viene con las
manos vacías, que se olvide de la terapia. Acá nada es gratis.
¿Dónde queda ese colegio? Lo quiero conocer
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